Un hombre inofensivo que se ganó el respeto de sus congéneres tras predecir una catástrofe
En El Silencio, en pleno centro de Caracas, se encuentra el Parque El Calvario. Al subir las
icónicas escaleras encontramos áreas
verdes recientemente recuperadas, con vigilancia e incluso un café que
ofrece una excelente vista a la ciudad. Son 90 escalones los que debe subir el visitante para disfrutar del
lugar. Arriba hay lindas caminerías
y escaleras más cortas que te conducen al punto más alto.
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Una mirada al pasado |
El
parque fue construido por orden del expresidente Antonio Guzmán Blanco en el siglo XIX. En el sitio mandó a
colocar una estatua suya que luego sería llamada “El Manganzon”. En 1884
asumió la Presidencia Joaquín
Crespo, quien ordenó su ampliación y cambió el nombre de Paseo Guzmán
Blanco a Paseo Independencia.
La ampliación incluyó la construcción de la capilla Nuestra Señora de Lourdes,
de estilo gótico. Un año después
se inauguró el Arco de la
Federación, en conmemoración de la Guerra Federal. En 1898 se levanta el
monumento a Cristóbal Colón y se incorporan las escalinatas.
En febrero de 2010, El Calvario,
por iniciativa del Gobierno Nacional, sustituyó la estatua de Colón y colocó
una de Ezequiel Zamora, pues este pasaría a ser el nuevo nombre
oficial del parque. Como parte de las obras de rescate y rehabilitación,
se colocó una estatua de Guaicaipuro y se instaló un Café Venezuela.
En las instalaciones del parque también se encuentra la sala de lectura Paula
Correa, cercana al monumento de Cervantes y la capilla de Lourdes.
Una de las anécdotas de este
lugar, contada por los cronistas de la época, es la historia de
El Loco Saturnino, un hombre inofensivo que, con su inteligencia e
intuición excepcional, predijo que el día de
San Bernabé ocurriría una tragedia. Cantaba con
insistencia unos versos que advertían que
el
pueblo de Caracas había perdido su fe y por esto la ciudad iba a ser
sacudida.
Pocos prestaron atención, hasta
que el día 20 de octubre vieron a Saturnino dirigirse a El Calvario con una piedra en la cabeza. Cuando le
preguntaron el porqué de esa excentricidad, él aseguró que iba a refugiarse en tierras altas, porque al día siguiente “la
ciudad va a bailar como un trompo”. En la madrugada del día siguiente hubo un fuerte terremoto que azotó la ciudad.
Lo más curioso es que las estructuras que fueron afectadas eran principalmente
conventos e iglesias. A partir de allí, comenzaron a tratar a Saturnino con más
respeto y a pedirle consejos.
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